Marcos, reviviendo la gran tradición de la pintura de historia europea, mezcla así héroes venidos de tiempos antiguos y se nutre de varias fuentes. Como en nuestros palacios europeos destinados a la educación de los príncipes, imitados por nuestros museos para el deleite de todos, Marcos escudriña historias tomadas de la Biblia y de la mitología griega, desde Homero hasta Ovidio, contrastando o comparando las figuras del deseo, del hybris (exceso en griego antiguo), la muerte, la compasión o el pavor. Estos lienzos, maderas y mármoles están llenos de cuerpos retorcidos o estirados por el esfuerzo o la pasión: Sísifo o San Jerónimo, Marsias o San Bartolomeo desollado, Jacob y Sísifo de nuevo, Danae, Venus, Leda o Tetis, Atenea o Judit, las Tres Parcas -Cloto, Laquesis y Átropos- o la Magdalena, Santa Ágata y Santa Lucía. Tantas figuras que pueblan nuestras iglesias, nuestros palacios, nuestros museos y nuestros sueños o pesadillas consiste en ser dueños de la propia vida”

Jean-Luc Martinez
Presidente y Director del Museo del Louvre

de 2013 a 2021

[…] Porque la habíamos perdido, a esta joven Pintura, extraviada en medio de la fiesta moderna. Ya no podíamos volver al clasicismo (especialmente después de su instrumentalización por esteticismos soviéticos o nazis). Tampoco podíamos quedarnos en lo conceptual, en lo abstracto y, más en general, en la “des-figuración” (eso nos habría hecho cómplices de lo que creíamos denunciar). Como consecuencia, estábamos en la posición de vigía, que abre los ojos y no ve nada todavía, colgado a su atalaya desarmada que aguarda un paisaje desierto. Anhelábamos una pintura que evitara tanto las crispaciones reaccionarias como las inconsistencias revolucionarias, una pintura que unificase las dos virtudes opuestas de una frescura ingenua (sin estulticia) y una lucidez cruel (sin malicia). Y voilà, Lozano atiende nuestra súplica asumiendo toda su historia desde el icono hasta la iconoclasia y más allá. […]

Fabrice Hadjadj